Si la luz
tuviera sus plurales
No existiría
el frío de las constelaciones
Ni el frío del
umbral
Ni en ocasiones
se desgarraría la montaña
El frío es
pariente cercano de la sombra
Por eso uno
ama al frío
Le obsequia
íntimas bufandas
Guantes de
otras manos no menos queridas
Pero ahora
lejanas
El corazón del
frío es una nuez deliciosa
La concentración
de un aceite milagroso
Que troca en
brasa cuando menos lo esperas
Esta tarde la
luz me ha regalado el temblor
De los
temblores
El frío
inolvidable, menos blanco que la memoria
De un muerto
Subido a lo
último verde de las ramas
Los parques
son lo niño de las ciudades
Uno va para
sentirse menos sometido al tiempo
Ha sido allí ha
sido allí que fugaz
Ha llegado la
escarcha
Y en sus
labios de ceniza ha escrito la palabra
No hay comentarios:
Publicar un comentario