domingo, 14 de junio de 2015

Palabra





Si la luz tuviera sus plurales
No existiría el frío de las constelaciones
Ni el frío del umbral
Ni en ocasiones se desgarraría la montaña
El frío es pariente cercano de la sombra
Por eso uno ama al frío
Le obsequia íntimas bufandas
Guantes de otras manos no menos queridas
Pero ahora lejanas
El corazón del frío es una nuez deliciosa
La concentración de un aceite milagroso
Que troca en brasa cuando menos lo esperas
Esta tarde la luz me ha regalado el temblor
De los temblores
El frío inolvidable, menos blanco que la memoria
De un muerto
Subido a lo último verde de las ramas
Los parques son lo niño de las ciudades
Uno va para sentirse menos sometido al tiempo
Ha sido allí ha sido allí que fugaz
Ha llegado la escarcha

Y en sus labios de ceniza ha escrito la palabra 



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